Corto y pego esta historia para que no se me pierda por ahi.
Es un tema que me interesa mucho y quiero compartirlo con
todos los que veais mis cosas.
Pues si nos hubieran contado historias cercanas los que ya se han ido estariamos mas
espantados... cada vez que preguntabas algo, habia gestos de amargura y dejabas de preguntar por no hacerles sufrir... Asi se fueron las historias con la vida de los mayores.
todos los que veais mis cosas.
Pues si nos hubieran contado historias cercanas los que ya se han ido estariamos mas
espantados... cada vez que preguntabas algo, habia gestos de amargura y dejabas de preguntar por no hacerles sufrir... Asi se fueron las historias con la vida de los mayores.
Teófila Herreruela es viuda, hermana, hija y madre de víctimas del
franquismo. Su suegra, Isabel Huelgas, funcionaria de prisiones, fue fusilada
en 1939 tras un conflicto con María Millán Astray, hermana del fundador de la
Legión
PATRICIA CAMPELO Madrid 02/10/2013
08:01 Actualizado: 02/10/2013 11:15
Teofila Herreruelo en su casa en la
colonia del Manzanares.PC
Todas las formas de represión franquista han pasado por la vida de Teófila Herreruela (1919) a través de sus familiares más
cercanos. A sus 94 años, relata su trayectoria vital y denuncia la indiferencia
de quienes "no quieren enterarse" de los episodios más traumáticos de
la historia reciente. Maestra de profesión, la vida se le
llenó de cárceles, saqueos, detenciones y despedidas.
Sufrió la muerte de uno de sus hermanos a consecuencia de unbombardeo bélico en Colmenar Viejo, a las afueras de Madrid, donde ejercía de médico.
Tras la Guerra Civil, la casa de sus padres, en la colonia de Manzanares -aún
reside ahí-, fuesaqueada y para recuperarla su
padre la tuvo que volver a comprar. Su cuñado Joaquín Madrid Huelgas murió
enfermo en la cárcel de Porlier en 1943 mientras cumplía
una pena de 30 años. Y su marido, Antonio, afrontó una pena de muerte hasta que se la conmutaron por 30 años en
1944. "Nos casamos en el hospital penitenciario de Yeserías, donde él
cumplía la pena mientras se recuperaba de la operación de una hernia",
recuerda Teófila. Antes, Antonio sufrió todo un periplo carcelario por los
penales de Comendadoras, San Antón, Porlier y Ocaña.
Uno de sus recuerdos más traumáticos es el que la motiva a acudir cada año
al homenaje que se realiza ante las tapias del cementerio del Este [renombrado
de la Almudena durante el franquismo]. Allí, la Asociación
Memoria y Libertad recuerda cada 14 de abril a los más de 2.660
fusilados, entre los que figura Isabel Huelgas, la suegra de Teófila. "La
detuvieron a los pocos días de acabar la guerra, y se dieron mucha prisa en
fusilarla", deplora. En el expediente penitenciario de Isabel, al que ha
tenido acceso Público, se repiten las
acusaciones de varios testigos que la tildan de abrazar "ideas sumamente rojas", de ser "marxista" e
incluso de haber colgado en el balcón de su casa una tela con la silueta del
demonio. Asimismo, el legajo recoge que, en el
transcurso de una investigación realizada a un vecino de su mismo edificio, alguien aprovechó para denunciar a Isabel por sus ideas.
"La misma cárcel donde trabajaba
Isabel fue la que la vio salir para morir"Isabel aprobó las
oposiciones para ingresar en el cuerpo defuncionarias de prisión, y comenzó a trabajar
como oficiala durante los años de la República. En la cárcel de Ventas
coincidió con la reclusa María Millán Astray, hermana del
fundador de la Legión, a quien tuvo que vigilar durante una conversación en inglés que la presa
mantuvo con un visitante. Isabel advirtió a la jefa de servicio del idioma en
que se estaba desarrollando la charla, y ésta canceló la visita, según el
testimonio recogido por Fernando Hernández en 'Mujeres encarceladas'. Al
finalizar la guerra, Isabel y otras compañeras fueron
expulsadas del cuerpo de funcionarias de prisiones. En mayo, ingresó como interna en
la cárcel de Ventas, y el 31 de julio de 1939 la fusilaron, según consta en su
expediente, junto con otras cinco reclusas. "La misma cárcel donde
trabajaba fue la que la vio salir para morir", exclama Teófila. Tenía 60
años, estaba enferma y pasó sus últimos días postrada en
una cama. "Era una mujer mayor, enflaquecida, febril. Tan enferma que
esperábamos, con un poco de suerte, que muriese antes de la hora de
ejecución", recogió Tomasa Cuevas en su libro Cárcel de mujeres.
"Un hermano de Isabel era juez militar, pero no pudo hacer
nada por ella; la acompaño durante su última noche y, después, logró paralizar
el expediente de Antonio, para que no se ejecutara su pena de muerte, y el de
Joaquín", explica Teófila. Este hermano, de ideas
opuestas, había participado en la quinta columna, y fue encarcelado
durante la Guerra Civil en Madrid. Isabel logró, gracias a su posición, que
saliera en libertad. "Imagino que ella le pediría que hiciese todo lo
posible por Antonio y Joaquín", conjetura la nuera. "Después de fusilarla, fueron a su casa, se lo llevaron todo y la
precintaron", añade.
"Ellos estaban presos y yo, fuera, también; mi vida era ir a verlos a
la cárcel"
A partir de ahí, Teófila, que había sido vecina de la familia Madrid
Huelgas, comenzó a visitar a los hijos de Isabel en prisión. "Ellos
estaban presos, y yo fuera también lo estaba". "Mi vida era ir a
verlos a la cárcel", reconoce. Y a lo largo de esos años de visitas
se fue enamorando de Antonio. "El matrimonio se celebró en la
capilla de la penitenciaria; me fui a casa muy triste", rememora
emocionada. El director de Yeserías cedió su despacho para celebrar un humilde
banquete. "El trato que ambos hermanos tuvieron en las cárceles por parte
de los oficiales fue bueno porque sabían que eran hijos de una funcionaria de
prisiones", apunta Teófila. Precisamente, se enteraron del fusilamiento de su madre porque dos trabajadoras de la cárcel de
Ventas, compañeras de Isabel, fueron a comunicarles la fatal noticia.
Tanto Isabel como sus dos hijos afrontaronjuicios sumarísimos. Tan vertiginoso fue el procedimiento contra la madre
que, en 1942, tres años después de su ejecución, la Capitanía general de la
primera región militar solicitó en marzo de ese año a la Guardia Civil un
"informe de conducta social y política" de la procesada, según consta
en su expediente. A Joaquín y a Antonio les
acusaron de participar en el asalto al cuartel de la montaña y de pertenencia a la Juventud Socialista Unificada. "Les denunciaron
por auxilio a la rebelión; ¡cuando los rebeldes fueron los que se sublevaron
contra el Gobierno de la República, legalmente establecido!", lamenta la
maestra [insiste en referirse a ella como maestra: "lo seré hasta que me
muera", puntualiza].
El juicio contra Antonio se celebró en 1944 -Joaquín falleció un año antes
en prisión- y en el tribunal se encontraba su tío. "Le conmutaron la pena
de muerte por 30 años; después del juicio, pude bajar a verle al
calabozo". Dos años después, logró salir de prisión.
Una vida enseñando
En 1960, Teófila enviudó. Siguió trabajando de maestra, convirtiendo su
antigua casa de la colonia del Manzanares en un colegio de primaria con ayuda
de su hija Guadalupe. Allí, por el día, acogían a unos 40 niños y niñas y, por
la tarde, sus hijos Antonio y Joaquín daban clases de apoyo a alumnos de
instituto. "Un día que había huelga en la universidad
detuvieron a Antonio", relata Teófila sobre uno de los últimos episodios de terror que
vivió en la dictadura. "La policía entró en la facultad, algo que no
pueden hacer, y vieron el suelo lleno de pasquines. Se lo llevaron detenido a
él y a otros compañeros".
"Seré maestra hasta que me muera", señala Teófila
Esa tarde, Antonio no acudió a impartir sus clases de apoyo. La policía
política del franquismo llegó a casa preguntando por él. Teófila pensó en un
primer momento que eran amigos de su hijo. "'No somos amigos, su hijo está detenido', me dijeron". Para una mujer que
había padecido la peor represión de la posguerra, aquel momento le congeló el
habla. "Pensé que se estaba repitiendo la historia", recuerda. Tras
una dura
noche de interrogatorios en la Dirección
General de Seguridad, Antonio pudo salir gracias a la
intervención de un teniente de policía primo de Teófila.
Hoy en día, esta mujer insiste en que le duele
"la indiferencia" de algunos sectores ante todo lo
que han padecido familias como la suya. "Hemos pasado mucho, y muy malo",
recuerda. Además, mantiene la inquietud por conocer lo que sucede en su
entorno, y está al tanto de las
novedades respecto a la querella argentina contra los delitos del franquismo.
Respecto a las órdenes de detención emitidas por la jueza María Servini hace
dos semanas tira hacia su país: "Me parece magnífico, pero siento que a [Baltasar] Garzón no le hayan dejado investigar; todo esto tenía que
haberse hecho desde aquí", reivindica.
Por último, comenta la reciente declaración pública del periodista Paco Lobatón sobre su activismo político en los años
del tardofranquismo, y las consecuencias que padeció por ello. "Me alegro
que fuera capaz de decirlo ante todo el mundo, es valiente
quien cuenta algo así; ahora la derecha le odiará", concluye.
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